lunes, julio 02, 2012

Conversaciones con la almohada ...

Hace un tiempo ya que te has adueñado por completo de mis pensamientos; quizá sin querer, quizá queriéndolo sólo un poco. El hecho está en que por esas cosas de la vida, que suceden muchas veces sin darnos cuenta, has llegado a formar parte de todos mis días. No hay un solo momento en el que deje de pensar en ti, en qué estarás haciendo, en cómo estarás, en si tendrás esa sonrisa preciosa en el rostro con la que sueño día tras día, en el momento en que por fin sabré si voy a tener la dicha de volver a disfrutar de esa singular personalidad tuya que me atrae de manera descomunal, de tus suaves, graciosos y lindos gestos, de tus tiernas y enérgicas palabras, y pueda sentir esa inmensa emoción que me llena por completo de alegría y me hace tener ganas de enfrentar al tiempo y disfrutar por completo de cada detalle tuyo, o simplemente quedarme muy quieto contemplándote para no perderme de nada.

Me gustas, y me gusta tu manera de ver las cosas. Me gustas cuando por las mañanas oigo tu voz y caigo en una enorme e incontenible tentación de abrazarte hasta el cansancio, de acariciarte y decirte que no hay necesidad de que despiertes, que yo estaré ahí para lo que necesites y que a cambio sólo te pediré unos minutos más contigo. Me gustas cuando relatas el transcurso de tus días, porque con cada palabra y gesto tuyo me pierdo en un mundo ajeno al mío y del que anhelo ser parte con todo el corazón. Me gustas cuando puedo arrancarte una sonrisa, cuando te hago reír, cuando te hablo y tú me escuchas con atención, cuando sin querer mi mano roza la tuya y puedo sentir tu suave y delicada piel. Me gustas cuando sientes enojo, cuando no te importa ni quieres nada y yo me desespero por tratar de hacer algo por ti, por cambiarte la expresión, por tratar de hacerte olvidar aquellas cosas que te molestan, por abrazarte fuerte y decirte que todo está bien, que todo pasará. Me gustas cuando haces lo que te apasiona, porque en ti veo a alguien que no se deja amilanar por nada, que busca lo que quiere y, sin importar lo que se presente, lo hace. Me gustas cuando estás absorta en tus pensamientos y no te das cuenta que con sólo ver tus ojos me derrito completamente, que podría pasar horas de horas mirándote sin decir absolutamente nada y que mi corazón empieza a palpitar cada vez más rápido cuando imagino el sabor de tus dulces labios.

Cada noche, antes de dormir, imagino cómo sería poder decirte lo mucho que te quiero, lo mucho que me importas, y lo mucho que me gustas; imagino todas las cosas que podría hacer por ti, por hacerte feliz, por verte sonreír cada día y por ser aquella persona en tu vida en la que deposites tu confianza y tu cariño sin sentir temor de salir lastimada y que, por el contrario, te sientas segura de recibir lo mismo y más a cambio. 

Por ahora seguiré contemplándote en silencio y enamorándome más de ti con cada momento que pueda pasar contigo.